Las sociedades civiles africanas no son tecnófobas. Ni pasivas ni incapaces. La tecnología móvil se extiende por el continente, la conexión a internet y sus posibilidades también.
Antoni Castel y Carlos Bajo nos recuerdan en un texto sobre las redes sociales en África, que acaba de ganar la cuarta edición de los Premios de Ensayo Casa África, que no sólo se usó Facebook en Túnez o se tuiteó la revolución en Tahrir. El África negra se organiza en torno a plataformas tipo Ushahidi o Wonzomai para fiscalizar las elecciones, crea aplicaciones como Revoda, tuitea con los hashtags #OccupyNigeria o #sunu2012, se informa a través de SaharaReporters o Car Rapide, se expresa en BloggingGhana y Central 7311.
La conclusión que sacan Castel y Bajo en su ensayo, denominado Redes sociales para el cambio en África, es que el futuro de las tecnologías de la información aplicadas a las múltiples realidades africanas es impredecible. Sin embargo y en un panorama en constante evolución y cambio, lo que destacan es que hay un elemento fundamental que define la realidad de las redes sociales en África y que la diferencia de otros puntos del planeta: la apropiación, un concepto que “va más allá del uso, evidentemente; pero supera, incluso, la idea de familiaridad y hasta de dominio”.
Al otro lado de una línea telefónica desde Senegal, Carlos Bajo afirma que se trata de un estudio quizás a vista de pájaro, por la incapacidad de abarcar de manera exhaustiva un mundo tan amplio y complejo como el de las redes sociales en África. “Hay una tendencia, cuando se habla de redes sociales en África, a pensar en las Primaveras Árabes, pero en África Negra hablamos de dinámicas distintas y contextos políticos diferentes, no de una copia –explica– Quizás son fenómenos paralelos o que coinciden en el tiempo. No se trata de redes sociales muy maduras, pero hay que destacar que no beben de las Primaveras Árabes y que tienen sus propias dinámicas”.
El periodista también señala que, en el caso de las redes sociales subsaharianas, es muy importante subrayar la motivación de los usuarios y destaca que las redes que se formaron para vigilar las elecciones de 2012 en el país de la Teranga –por ejemplo– se mantienen para hacer cosas nuevas, desde proyectos de solidaridad y participación política al apoyo a las víctimas de las inundaciones de agosto en el país.
“No nos vamos a engañar: Internet y las redes sociales son algo minoritario, no los podemos presentar como movimientos masivos. Pero hace dos años que no existían y han aumentado”, concluye, antes de recalcar que, como en Europa, se complementan con otras formas de comunicación, como los medios convencionales o el boca a boca. Sin embargo, sí que significan un salto cualitativo y marcan la diferencia, en un mundo que velozmente transcurre, se cuenta y se modifica y en el que su presencia, hace dos años tan solo, era nula.
Ángeles Jurado es periodista y forma parte del equipo de Medios de Comunicación de Casa África.
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