Estos días cerramos el año en que África estuvo en todas las salsas. O lo que significa lo mismo, muy presente en el concierto geopolítico global y en boca de todas y todos.
Los Papeles de Panamá, el Brexit, la muerte de Fidel Castro, la política exterior de Barack Obama o la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos tuvieron su repercusión en el continente y se analizaron desde la perspectiva africana, mientras que países como Alemania, Japón o Canadá se decidieron a lanzar una apuesta más definida y firme por ese territorio. España también se vio vinculada a África en los titulares: el Instituto Cervantes decidía inaugurar su estrategia subsahariana, Isabel Muñoz recibía el Premio Nacional de Fotografía (en parte) por su delicado trabajo de retratos de mujeres congoleñas y otras realidades africanas, las Fallas alcanzaban el estatus de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en una cumbre de la Unesco en Etiopía y los supuestos restos de Thomas Sankara se analizaban en un laboratorio gallego para determinar si realmente pertenecían al líder burkinés. Además, fallecía José Carlos Sendín, periodista africanista y responsable de la Cátedra AFRICOM de la Universidad Rey Juan Carlos, especialmente querido y respetado en los entornos académicos español y africanos.
En el caso de la proyección internacional de África, nombres de gobernantes, personajes y empresarios africanos aparecieron en las revelaciones de los Papeles de Panamá, que se contextualizaron en este caso con un estudio del Alto Panel sobre Flujos Financieros Ilícitos en el que se afirmaba que existe una fuga de 50.000 millones de dólares anuales del continente, cifra que supone el doble de la cantidad que África recibió en 2014 como ayuda bilateral al desarrollo (OCDE). El Brexit deprimió en Europa y planteó múltiples interrogantes en los países africanos: ¿qué pasará con la Commonwealth? ¿con la cooperación? ¿con los acuerdos europeos que contaban con un peso específico de Gran Bretaña y que se centran específicamente en África? ¿se trata de una oportunidad para reforzar relaciones y abrir vías o de una condena que las clausure? La muerte de un icono de la política del siglo XX, Fidel Castro, nos recordó la influencia de Cuba en el continente, desde las luchas por las independencias y contra el apartheid a la reciente batalla contra el ébola, pasando por el son, la rumba y el chachachá.
Obama se fue y ahora esperamos a Trump. Y eso también es válido en el caso de los 54 estados que componen el continente africano.
Al primero se le alabó por su iniciativa Power África, que pretendía incrementar el acceso a la electricidad en territorio africano, donde todavía unos 600 millones de personas no pueden gozar del acceso a un suministro de energía fiable. Sin embargo, también se le criticó el abandono de Libia una vez caído Muammar Gadafi y la escalada de la militarización y los ataques vía dron con base en territorio africano. Al segundo se le conocen múltiples declaraciones de carácter aislacionista, racista y xenófobo y otras que demuestran indiferencia e ignorancia, a partes iguales, en lo que respecta al continente africano. Sin embargo, algunos expertos recuerdan que el republicano Bush fue mejor presidente para África que los demócratas Clinton y Obama, tanto en el ámbito de relaciones bilaterales y multilaterales como en los aspectos económico, de construcción de paz, sanitario y hasta humanitario. Además, pronostican que la defensa de los intereses estadounidenses pasa por una mayor presencia en el continente africano y que Trump lo comprenderá en cuanto se instale en el Despacho Oval.
África también se acerca cada día más a España y viceversa.
El Instituto Cervantes decidió cambiar su estrategia con respecto a la enseñanza del español este verano y anunció su intención de dedicar más esfuerzos al continente africano y priorizar a sus estudiantes subsaharianos, hasta ahora bastante abandonados. Más de un millón y medio de estudiantes de español africanos celebraron la noticia. África Subsahariana es la tercera región del mundo en aporte de estudiantes de español: el 6,5 % de las personas que aprenden este idioma se encuentran en esta parte del planeta. Hay países con más de 100.000 estudiantes en África Subsahariana, como Benín, Costa de Marfil, Senegal, Guinea Ecuatorial, Camerún o Gabón. La lengua oficial de Guinea Ecuatorial es el español y la pujanza y diversidad de su literatura puede renovar nuestra lengua como lo hicieron los escritores del boom latinoamericano de finales del siglo XX.
Isabel Muñoz expuso en Casa África, a principios de año, sus delicados retratos de mujeres congoleñas víctimas de la violencia sexual. Un trabajo ejercido en tándem con Concha Casajús y a la sombra de Caddy Adzuba. La fotógrafa recibió en noviembre el Premio Nacional de Fotografía, un reconocimiento que une África y España puesto que su trayectoria está innegablemente ligada al continente africano y sus habitantes. En otro nivel, una muestra de los supuestos restos de Thomas Sankara y sus hombres espera en un laboratorio de Santiago de Compostela los resultados de una prueba de ADN que tendrá una repercusión innegable tanto en Burkina Faso y la región de África occidental como en Francia. Y por señalar otra noticia más que nos junte, a españoles y africanos, todos lloramos la muerte prematura del periodista y profesor José Carlos Sendín, colaborador de Casa África, académico riguroso y entusiasta y por si fuera poco, una de las personas más amables y generosas con las que hemos tenido el placentero honor de trabajar en casi diez años de existencia.
Ángeles Jurado es periodista y forma parte del equipo de Medios de Comunicación de Casa África.
