La mesa redonda sobre ciudades africanas, celebrada ayer en el Instituto Cervantes en el marco de las actividades de África Vive, desató un intenso debate sobre el urbanismo en el continente vecino. ¿Qué está pasando con las ciudades africanas? ¿Son gestionables y asumibles crecimientos urbanos que doblarán el tamaño de muchas de ellas en tan solo 20 años? ¿Y cómo ejercer el urbanismo, es decir, la ordenación del espacio público en las ciudades, cuando el crecimiento se produce por la llegada de personas con rentas per cápita bajísimas? ¿Qué experiencias pueden resultar interesantes para que los ciudadanos puedan disfrutar de conceptos como el derecho a la ciudad?
Un debate apasionante, que contó con la voz de españoles que han estudiado profundamente el fenómeno y de africanos que, en su trabajo, lidian a diario con estos problemas y desafíos. Una jornada, titulada Ciudades africanas. Reto urbanístico y social, que contó tanto con la presentación del Premio de Ensayo 2013 de Casa África (Un modo de afrontar la ciudad africana, de los arquitectos y profesores Manuel Martín, Vicente Díaz y Eugenio Rodríguez) como con una ponencia central del director ejecutivo de la agencia de Naciones Unidas que estudia y trata de poner soluciones al ordenamiento de los nuevos asentamientos urbanos.
Joan Clos, director ejecutivo de ONU-Hábitat, inició su intervención exponiendo que tras unos años en que China ha protagonizado (concretamente en los últimos 30) el proceso de urbanización más importante de la historia de la Humanidad –cerca de 500 millones de personas se han instalado en ciudades, algunas de las cuales han llegado a crecer en progresiones de más de un millón de personas al año al calor de la industrialización–, ahora le ha llegado el turno a Africa.
La diferencia del crecimiento urbano africano con el de China es que las ciudades no crecen por la creación de empleo industrial, sino que lo hacen por el crecimiento del sector primario, principalmente por la explotación de los recursos naturales y la agricultura intensiva. Eso genera una dificultad a tener muy en cuenta: los crecimientos anuales del 5 al 7 % anuales de los países africanos repercuten en la renta nacional, pero no tienen incidencia real en la renta per cápita de los ciudadanos, que en la mayoria de estos países sigue estando por debajo de los 1.000 dólares anuales.
En este sentido, la pregunta es clara: ¿Cómo gestionar el crecimiento acelerado de una ciudad cuando sus nuevos habitantes están en el grupo de los 1.000 dólares per cápita? La consecuencia no es otra que la llamada urbanización espontánea, el barraquismo, lo que en inglés se conoce como slums, en Brasil favelas o en Sudáfrica townships. El 60 % de la población urbana subsahariana vive actualmente en slums.
¿Y cómo son esos slums? Chabolas de 9 metros cuadrados, sin agua potable ni lavabos, con un hornillo, una cama y poca luz, en la que viven hasta 5 o 6 personas de dos generaciones distintas; barrios en los que el espacio destinado a las calles es del 2,2 %, frente al 30 y hasta 35 % de ciudades bien planificadas. La media de las ciudades africanas es de un 10 % de espacio destinado a las calles, algo que explica que, pese a tener menos coches, «siempre estén colapsadas».
Ante este escenario, el hecho de que la gran mayoría de países africanos carece de planificadores y de marcos institucionales para el urbanismo y la constatación de que la población urbana se doblará en los próximos 20 años, Clos abogó por el pragmatismo, el «orden precautorio» y la combinación de soluciones nacionales con la aportación por parte de ONU-Hábitat de planes de ensanche urbanos: «Nos encontramos con ciudades que van uniendo proyectos de 100 o 200 viviendas sin un plan urbano general que ponga orden al caos».
El directivo de ONU-Hábitat lamentó que en muchos países africanos se desconozca quiénes son los responsables de urbanizar las ciudades. Para Clos, la realidad africana es que aún se está «muy lejos» de alcanzar conceptos como el derecho a la ciudad. «No hay urbanismo porque nadie cree que poner la calle sea su responsabilidad». Apeló incluso a la responsabilidad de los arquitectos: «se ofrecen para hacer arquitectura pero no exigen urbanismo». A modo de conclusión, Clos expuso que siempre es mejor diseñar el espacio urbano que no hacerlo, «y eso solo lo puede hacer la administración pública», ya que los promotores y constructores privados «ni tienen el interés ni el encargo de hacerlo». Los gobiernos, dijo, deben interiorizar que su responsabilidad es diseñar el espacio público en el que crece la ciudad».
Un dato más: en España hay unos 60.000 arquitectos, aproximadamente el mismo número que hay para todo el continente africano. Sin embargo, hubo consenso entre los participantes en que son los africanos los que deben hallar sus propias soluciones. En ese sentido es por donde más incidió el resto de participantes, por expresar que África necesita soluciones propias, alejadas del modelo y pensamiento europeo o estadounidense de crecimiento: soluciones urbanas que valoren otra manera de concebir el espacio y hasta el tiempo, la comunidad y la economía informal, motor real del día a día de los ciudadanos africanos.
Así lo expresó por ejemplo Firdaous Oussidhoum, responsable de Relaciones Internacionales de la Union Africana de Arquitectos, quien abogó por que sean los africanos los que se conciencien de la necesidad del urbanismo, de valorar a los profesionales que surgen de sus propias universidades y de entender las particularidades de cada país y ciudad. Oussidhoum recordó que en esos slums, y en cierta manera en la economía informal que surge de ellos, «hay una cohesión social increíble». La arquitecta marroquí mostró ejemplos de proyectos de grandes edificios construidos por China en Angola («no saben cómo llenarlos») o de urbanizaciones al estilo norteamericano en países del este de África («¿Qué sentido tiene esto? ¿Este es el legado que le dejamos a nuestros hijos?»). «Para tener un derecho a la ciudad hay que tener conciencia primero de tener un valor», dijo en relación con la no exigencia por parte de los africanos residentes en este tipo de asentamientos informales.
En el debate se mencionó también otros conceptos como el reblogging: el hecho de que los propios ciudadanos de los slums se reúnan y se pongan de acuerdo para ampliar sus calles y resituar a sus vecinos. Desde la fila cero participaron expertos invitados como Julián Salas, de la Cátedra Unesco de Habitabilidad básica de la UPM; Idoia Oneca, de la Alianza por la Solidaridad, o Elena López-Gunn, de la empresa Icatalist.
Por su parte, los ganadores del Premio de Ensayo Casa África, Manuel J. Martín y Vicente Díaz, expusieron sus teorías y su propuesta abierta de huir del pensamiento colonialista y adaptar los espacios urbanos a la manera de ser y pensar de los africanos. Hablaron de urbanismo insurgente, de ejemplos en Latinoamérica adaptables en África, del derecho a la ciudad y de «descolonizar mentalmente» la manera de hacer arquitectura en África. Una charla que repetirán y profundizarán el próximo miércoles, 21 de mayo, en Casa África, en Las Palmas de Gran Canaria, en el marco de África Vive.
Joan Tusell es el jefe del Área de Medios de Comunicación de Casa África.
[box]Puedes ver la conferencia completa y el debate en Kuwamba. Si te interesa la arquitectura y el urbanismo en África, en la Mediateca Casa África tenemos varias publicaciones a tu disposición. Entre las últimas adquisiciones, se encuentra la colección African Metropolitan Arquitecture, de David Adjaye. También tenemos varios ejemplares de Un modo de afrontar la ciudad africana, el trabajo ganador del Premio de Ensayo 2013.[/box]
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