Cerca de 500.000 personas procedentes de milicias no gubernamentales, ejércitos nacionales y grupos paramilitares participaron en programas de Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR) en toda África. Esta cifra se ajusta a la media estimada de programas anuales de DDR desarrollados durante la última década y a medida que han desaparecido los anteriores programas a largo plazo hechos en Angola, Liberia y Sierra Leona, han ido surgiendo nuevos retos como es el caso del Sur de Sudán, Costa de Marfil y la Región de los Lagos. Diez estados africanos participaron durante 2012 en iniciativas de DDR, y se detectó la necesidad de llevar a cabo el desarme en muchos otros.
En Libia surgieron numerosas milicias durante y después de la revolución anti-Gadaffi que tuvo lugar en 2011, y los enfrentamientos entre ellas han causado cientos de muertos. Estos enfrentamientos han centrado la atención en los programas de DDR, pero la inestabilidad reinante ha aumentado la desconfianza de las milicias a la hora de dejar las armas. Las autoridades libias han calculado que cerca de 150.000 combatientes tienen que desarmarse y muchos consideran que se trata del objetivo más difícil de alcanzar para la transición de la era post Gadaffi.
Costa de Marfil también se enfrenta a un gran reto de DDR después de una larga década de conflicto de baja intensidad que derivó en una crisis poselectoral de cinco meses en 2011 y en la que murieron 3.000 personas. La misión de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz en el lugar calcula que habrá que desmovilizar a 100.000 combatientes entre los del antiguo régimen militar, las fuerzas rebeldes y varias unidades paramilitares de la resistencia. En 2012 una serie de ataques armados acabó con la vida de docenas de civiles, miembros de las tropas del gobierno y siete cascos azules, lo que confirma que las milicias siguen siendo una amenaza para la estabilidad. La inseguridad se ha extendido a los países vecinos de Liberia y Ghana a medida que los combatientes de Costa de Marfil han comenzado a almacenar armas y a perpetrar ataques en la frontera común.
[quote]La idea de que las antiguas milicias se integren en el ejército nacional es una decisión política que impide la profesionalización del ejército y aumenta el riesgo de vulneración de los derechos humanos y de inestabilidad.[/quote]
El incipiente gobierno de Sudán del Sur inició un programa de desarme para reducir sus fuerzas de seguridad en 150.000 efectivos, y está haciendo un gran esfuerzo para desarmar a los particulares y a las milicias del entorno para evitar el recrudecimiento de la violencia entre las comunidades. Cerca de 20.000 excombatientes del Ejército de la Resistencia del Señor y de otras milicias están a la espera de participar en un programa de DDR en Uganda. Aproximadamente el mismo número espera desde 2009 en la República Central Africana. Algunas de estas milicias, decepcionados por el retraso en la puesta en marcha de los programas, han vuelto a las armas, aumentando la inestabilidad.
Los programas de DDR siguen siendo una prioridad en Guinea-Bissau, pero llevan años de retraso. Y tienen que enfrentarse a nuevos retos. En Mali, tras una rebelión que iniciaron en 2012 los separatistas del norte y la consiguiente ocupación de las ciudades estratégicas por parte de grupos armados islamistas extremistas, el desarme y la desmovilización son cruciales para revertir una situación cada vez más militarizada. A medida que la operación para la paz en la Unión Africana avanza en su objetivo de estabilizar Somalia, los cálculos indican que a la larga será necesario desarmar al menos, a 53.000 milicianos.
Aunque hay una gran necesidad de programas de DDR, las campañas realizadas con anterioridad han tenido que solventar muchos obstáculos y los resultados obtenidos han sido dispares. Un programa de diez años costó cerca de 500 millones de dólares en la Región de los Grandes Lagos y consiguió desarmar y desmovilizar a 300.000 combatientes en siete países. Sin embargo, en la zona se siguen registrando duros enfrentamientos, como los derivados del resurgimiento de una rebelión en la República Democrática Oriental de El Congo liderada por fuerzas que ya en su momento fueron desmovilizadas y que hasta ahora ha causado cientos de muertos, un repunte de la movilización y de reclutamientos de la milicia, y cientos de miles de personas desplazadas. En muchas campañas de DDR el descontento y la reincidencia se han convertido en un denominador común entre los excombatientes.
El coronel Prosper Nzekani Zena es un consultor independiente y exprofesor militar que también trabajó como instructor con las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo. Ha ayudado durante más de una década a través de varias funciones apoyando los esfuerzos en los programas de DDR. Además, ha sido asesor jefe para el programa nacional de desarme y desmovilización en el periodo 2008 a 2010.
[box]Este informe ha sido elaborado por el Centro Africano de Estudios Estratégicos (ACSS) y traducido al español por Casa África en colaboración con el think tank estadounidense.[/box]
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