Nun buguñu Eurobond, ñun Patriotbond lañu bugë… ci yow wa jaspora mi nekk mim rew…
“Nosotros no queremos Eurobonos; queremos ‘Patriotebonos’… de ti, en la diáspora, fuera del país”
(Ousmane Sonko, Thies, 27 de octubre de 2024)
El pasado 27 de octubre dio inicio la campaña electoral para las elecciones legislativas, tras la disolución del parlamento por parte del presidente de la República el 12 de septiembre y la convocatoria de nuevos comicios, previstos para el próximo 17 de noviembre. La diáspora senegalesa residente en España elegirá a un representante para uno de los tres escaños asignados a la circunscripción electoral de Europa del Sur (España, Italia, Portugal y Turquía). Estos comicios constituyen una suerte de segunda vuelta entre el partido gobernante, PASTEF, y la coalición del expresidente Macky Sall, fragmentada en dos listas: una encabezada por el propio Sall, quien lidera la lista de su partido, la Alianza para la República (APR), y otra dirigida por Amadou Ba, el candidato derrotado en las elecciones presidenciales de febrero de 2024, quien fundo su propio movimiento político.
El ritmo de la campaña electoral está marcado por la presentación del nuevo programa político Visión 2050 y acusaciones de fraude y malversación de fondos públicos. A finales de septiembre, tras una auditoría impulsada por el presidente Bassirou Diomaye Faye, el jefe del gobierno Ousmane Sonko y sus ministros revelaron en una rueda de prensa conjunta que el déficit presupuestario de 2023 era significativamente superior de 10%, en contraste con el 5% comunicado por el anterior gobierno de Sall. Tanto el primer ministro como el presidente de la república subrayaron la urgencia de una mayor transparencia y rendición de cuentas, denunciando que más de 2,500 billones de francos CFA (3,8 billones de euro) fueron gastados bajo “secreto de Estado”, sin la supervisión del Parlamento y de los organismos de control. Además, Sonko sostiene que las autoridades anteriores dejaron al país con una deuda insostenible y engañaron tanto a los ciudadanos como a los acreedores internacionales respecto a la solvencia fiscal y la situación financiera de Senegal. Hemos de decir que gestionar una economía basada en la deuda ha sido un desafío persistente para Senegal desde su independencia.
Economía de Deuda
En 1995, el economista egipcio y profesor de la universidad Cheikh Anta Diop de Dakar, Samir Amin, publicó un acuciante artículo, Aux origines de la catastrophe économique de l’Afrique, donde presenta varias teorías clave sobre las causas de la crisis económica que los países africanos estaban atravesando. Entre las principales causas, el autor señala el colonialismo, el neocolonialismo, y las dinámicas del capitalismo global. Amin sugiere que, en lugar de subordinar los países africanos a la economía global, era (es) crucial adoptar un enfoque plural y una regulación global que priorice bienestar social sobre beneficio capitalista. Propone “descentralizar” la reorganización de instituciones financieras internacionales para facilitar un acceso más equitativo de los países empobrecidos a los recursos y reducir el monopolio tecnológico y financiero de los países ricos.
En un contexto marcado por la llegada al poder de un grupo de jóvenes adultos con un discurso revolucionario y una ideología que Achille Mbembe describe como “neosoberanista”, urge revisitar los trabajos de Amin. Por ejemplo, las nuevas autoridades senegalesas han presentado recientemente el Plan Visión Senegal 2050, un ambicioso programa de transformación política, económica y social, y algunas de las medidas que plantean evocan las ideas de Samir Amin. Cabe contextualizar que Senegal impulsó varios planes de transformación económica desde los años 90; cada uno de los cuales tenía el objetivo de avanzar hacia un crecimiento sostenible e inclusivo del país. Con pocas diferencias, todos obtuvieron el mismo resultado: más pobreza, corrupción, desigualdad, vulnerabilidad etc. En vez de promover el bienestar social, dichos programas atraparon los países en una pobreza perpetua y un círculo vicioso de endeudamiento.
En su artículo La crise de l’ajustement, publicado en 1992 en la revista Politique Africaine, Makhtar Diouf nos explica como la década de los 90 fue marcada por la privatización de los servicios públicos para aliviar el peso del Estado (y de la deuda), favoreciendo el liberalismo económico. El gobierno de Abdou Diou pretendía con ello fomentar el desarrollo del tejido empresarial nacional. En su obra maestra The Making of a Liberal Democracy publicado en 1987, el politólogo y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Virginia Robert Fatton Jr., prestando un concepto acuñado por Antonio Gramsci, había descrito de «revolución pasiva» el programa político de Senegal durante esta década. Fatton nos explica con lucidez como Diouf procedió a un “desmantelamiento” de un Estado todavía en construcción, tras solo 30 años de existencia y con un sistema público casi inexistente. Bajo la influencia y las recomendaciones del FMI y del Banco Mundial, Diouf implementó duras reformas a cambio de la deuda. Por ejemplo, haciendo soñar a los funcionarios que pueden ser más ricos emprendiendo un negocio, puso en marcha el concepto de départ volontaire, una suerte de “despido voluntario”, para encubrir el cese colectivo de maestros, médicos, enfermeros y agentes de la función pública etc. Con una cuantiosa indemnización estos “nuevos ricos” se lanzaron al sector privado pero la aventura duró poco. Las consecuencias fueron desastrosas, provocando profundas crisis sociales y a una creciente dependencia de la ayuda internacional.
Con la elección de Abdoulaye Wade en 2000, Senegal experimentó una nueva «revolución pasiva.» Wade propuso transformar el sector agrícola a través del Plan REVA (Retour Vers l’Agriculture/ Regreso a la Agricultura), con el objetivo convertir la agricultura en un motor económico y reducir la migración rural mediante la creación de empleos en las zonas rurales. Paralelamente, se abrió el país a inversores, ofreciendo el apoyo del Estado para contratar deuda soberana. Por ejemplo, cuando una empresa francesa llega a Senegal para construir una autopista, aporta una cantidad del dinero necesario y utiliza la carta de crédito de Senegal buscar inversiones fuera. Esta estructura permitió que un sector reducido de empresarios en las satélites del poder se enriqueciera a través de los grandes proyectos. Consecuentemente, se disparó la deuda pública a 43% del PIB al final del segundo mandato en 2012. El Plan de Wade dependía en gran medida de la ayuda a la cooperación al desarrollo (como el Plan REVA) y sufría carencias como la ausencia de una coordinación precisa entre sectores estratégicos.
Para corregir los errores de Wade, el presidente Macky Sall, ex primer ministro de Wade, inició en 2014 el Plan Senegal Emergente (PSE), con la ambición de transformar a Senegal en una economía emergente mediante inversiones masivas en infraestructura: carreteras, puentes, estadios, hospitales y una vía de ferrocarriles con trenes modernos etc. La imagen de Dakar ha cambiado ciertamente con un tren moderno y autobuses con tecnología de punta mientras que el paro, la pobreza y la deuda alcanza niveles históricos. Como indica Abdoulaye Sene, miembro del CADTEM (Comité para la Anulación de las Deudas Ilegítimas) el PSE ha supuesto un aumento insostenible de la deuda pública que pasó del 43 % del PIB al inicio del mandato de Macky Sall en 2012 a 76,62 % en 2022. Hoy una cuarta parte del presupuesto de Senegal se destina al pago de la deuda. El endeudamiento del país bajo Macky Sall resulta ser el más alto de toda la historia del país, más del 80 % del PIB anunciada según el primer ministro Ousmane Sonko. Una acusación que Macky ha calificado de mentira, añadiendo: Il ne faut pas se mettre dans la tête que l’on peut se développer sans dette, ce n’est pas posible (No hay que meterse en la cabeza que uno puede desarrollarse sin deuda; eso no es posible).
De modo que la catastrófica situación económica actual de Senegal es el resultado de varias décadas de políticas liberales con una agenda de transformación financiada por la deuda. Esta situación ya había sido magistralmente expuesta por Babakar Ndiaye en su artículo, Africa’s Debt Burden, publicado en African Journal of Political Economy en 1990. Ndiaye empieza su texto enfatizando: “It is all too clear that today, Africa’s external debt burden has grown so heavy and become so intractable that, realistically, there is little hope for significant social and economic advancement on the continent unless meaningful and effective measures are urgently put in place.” Así es, la carga de la deuda externa era de tal magnitud que, «en términos realistas,» había muy pocas esperanzas de alcanzar un avance social y económico significativo en el continente, sin medidas correctivas eficaces. No es para alegrarse mucho, pero es significativo que el FMI haya felicitado las nuevas autoridades por su compromiso con la transparencia y su ambición de corregir la manera de hacer las cosas.
Visión Senegal 2050: ¿con Eurobonds o con “Patriotbonds”?
El cuadro que acabamos de pintar nos proporcionar elementos críticos para reflexionar seriamente sobre el programa Visión Senegal 2050, lanzado en octubre de 2024 por las nuevas autoridades para definir un futuro para Senegal hacia la mitad del siglo. Este programa político (y electoral) cuyo objetivo es la transformación de la economía senegalesa, gira en torno a cuatro ejes principales: 1) construir una economía competitiva. 2) crear un capital humano de cualidad y equidad social. 3) promover una administración pública transparente y el desarrollo sostenible. 4) todo ello basado en la buena gobernanza y el compromiso panafricano. La estrategia económica del este programa busca modernizar el desarrollo de las industrias extractivas para transformar las materias primas en el país y así reducir la dependencia de las importaciones, aumentar la producción local y estimular la creación de empleo para alcanzar la autosuficiencia económica e integrar aún más al país en la economía regional. El principal desafío para las nuevas autoridades senegalesas es gestionar la enorme deuda acumulada por los gobiernos anteriores, especialmente bajo Wade y Sall.
A diferencia de programas anteriores, Visión 2050 busca una economía autosuficiente y diversificada, menos dependiente de financiamientos externos, apostando por el potencial local para evitar una acumulación excesiva de deudas. En su primer discurso electoralista en la ciudad de Thies, Sonko ha lanzado las grandes líneas de su estrategia para financiar su plan. En medio de una muchedumbre eufórica, Sonko declara en Wolof los cinco ejes de su fuente de financiación: 1) una política de imposición equitativa; 2) una gestión eficiente de los recursos naturales; 3) contar con una moneda que pueda gestionarse y ajustarse a la economía; 4) movilizar los fondos reservados y de pensiones, 5) y por último, emitir bonos. Aquí es donde enfatiza: Dëgg nguen Ñuy nan Eurobond… Legui nak, ñun buguñu Eurobond, ñun Patriotbond lañu bugë… ci yow wa jaspora mi nekk mim rew… (¿Habéis oído hablar de los Eurobonos… Pues nosotros no queremos Eurobonos; queremos ‘Patriotebonos’. Vamos a apostar por la diáspora africana para financiar nuestro programa.)
Con una deuda pública estratosférica, el gobierno de Sonko debe encontrar formas innovadoras de financiar Visión 2050 sin comprometer la estabilidad económica. Al dirigirse a la diáspora senegalesa, el primer ministro espera evitar los intereses abusivos de los bonos europeos. Lo que no parece muy improbable, teniendo en cuenta la gran simpatía que despierta entre sus seguidores. El 19 de octubre, recaudó más de 500M de CFA (885.0000 €) en solo unas horas de meeting en un estadio de Dakar para financiar su campaña. Algo impensable en un país africano donde la política es percibida como una inversión y los políticos son quienes, a través de la compra de los votos, financian sus propias campañas. Sonko es consciente de la fuerza de la diáspora y todo indica que pretende convertirlo en su principal activo para evitar la especulación bursátil de los bonos.
En los últimos años, las remesas de los senegaleses en la diáspora han apoyado significativamente la economía, representando aproximadamente el 10 % del PIB. Según el Banco Mundial, las remesas de los migrantes senegaleses alcanzaron casi 2,5 mil millones de dólares en 2022, una suma en constante aumento. Estos fondos juegan un papel esencial en la economía, no solo al apoyar a los hogares, sino también al estimular el consumo y la inversión local. El potencial de inversión de la diáspora ha estado poco explotado por las autoridades senegalesas. En este contexto, La Visión 2050 podría ofrecer la oportunidad de cambiar esto, integrando completamente este recurso en el financiamiento del desarrollo. La idea de un “fondo patriótico” que permita a los senegaleses y a la diáspora invertir en la deuda pública nacional podría fortalecer la autonomía financiera del país.
Así, Senegal ha atravesado varias etapas en su búsqueda de desarrollo. Las políticas de Diouf, Wade, Sall, y ahora Visión 2050 ilustran diferentes enfoques de transformación progresiva. Diouf, ante las presiones externas, privatizó la economía para aliviar la crisis de los años 80. Wade, por su parte, centró la economía en la agricultura para garantizar la seguridad alimentaria. Bajo Sall, el énfasis se puso en las infraestructuras, aunque financiadas por deuda. El programa Visión 2050 marca una nueva etapa al buscar la autosuficiencia y al centrarse en una transformación a largo plazo basada en el capital humano y la transformación de los recursos locales. Este programa también busca responder a las críticas sobre la excesiva dependencia de financiamientos extranjeros, proponiendo mecanismos de financiamiento más endógenos.
Sin embargo, persisten numerosos desafíos, entre ellos la gestión de la deuda, la integración de la diáspora en el desarrollo nacional y la orientación de una economía cada vez más dependiente del exterior y de los recursos extractivos sin transformados. Las nuevas autoridades deben, por tanto, combinar innovación y cautela para evitar los errores del pasado. En este sentido al proponer fortalecer las estructuras de gobernanza y transparencia, luchar contra la corrupción y fomentar la participación de todos los senegaleses, incluidos los de la diáspora, Visión 2050 ofrece la esperanza de un desarrollo inclusivo y sostenible. Aun así, su éxito dependerá de una visión estratégica y un compromiso colectivo para construir un futuro próspero para Senegal.